La negación puede ser consciente, pero casi siempre, en mi caso, fue inconsciente. Funcionó bien, como un minucioso mecanismo de defensa. No me refiero a la negación de algo que se sabe, sino a la negación de algo que cuesta admitir hasta el punto de dejarlo en el sopor de lo no-elaborado, de la in-materialización.
Si tuviese que escribir todo lo que he negado, pretendido ignorar, llenaría tomos enteros; es lo mismo que hablar de los errores de los que no me gusta hablar o edificar un blog secreto.
El deseo, la necesidad, la vergüenza; en muchos casos negar no es más mentir que complacer.
Negar que me siento mal por cierta forma de vivir; negar que no sé cómo cambiar y que a veces necesito ayuda; la espectacular e indulgente parafernalia del Rock me permitió negar, y en las noches en que corrí mis fronteras ético-morales, estomacal-mentales, alcancé a aferrarme de la mano de algún Baudelaire alcahueta, estudiante de Filosofía y Letras, capaz de recordarme aquel ensayo rico en motivos para perdonarme.
Negar impide crecer: al asumir, al frenarse, detenerse y contemplarse logra uno reconocerse, admitir, y solo así podremos valorar si es necesario corregir, o si corregir es ir en contra de la desviación fértil. Hay que hacerle correcciones a la corrección: ¿Qué ego corrige a cuál? ¿El cuarentón al veinteañero?
Este es el trabajo que implica elaborar la angustia y hay que ser compasivo con uno sin incurrir en la autocompasión.
El límite es poroso: veo cualquier foto mía y veo negación de algo.
Lo que siento y niego no tiene la gravedad de lo necesariamente real: si lo expreso, puedo matizar su valor de verdad.
Por ejemplo, ¿niego mi ira? Ya luego tendré dos problemas: la ira y la estela de corrosión y absurdos que deja la negación. ¿Niego el disgusto y que no tolero a alguien?...un alto nubarrón se alza en el cielo: todo se revuelve en el interior y nos conducimos al síntoma.
Recordémoslo: es más fácil decir "sufro de depresión-ansiedad-disautonomía" que "soy narcisista".
Negar es evitar aceptar aspectos de la realidad que me parecen desagradables
Aceptar es dimensionar los fenómenos y además nos permite observar la negación ya no como un ecosistema o modus vivendi sino desde su completa esfericidad: han pasado pocos días y ya empiezo a comprender que, en parte, instrumentalicé el recurso y me acostumbré a negar porque no me adapto tan fácilmente y porque carezco de herramientas de comunicación eficaces aunque en mi mente abunden los discursos.