Obra por Federico Fernández Gärtner |
La música puede sobrevivir sin industria; la industria incide en la
naturaleza de la música. Todo está en transformación constante: algunas cosas
pasan (el Ipod, las mp3), otras no (el vinilo).
Anoche tuve un sueño: me encontraba con dos amigos de mi hermano. Solo
conocía a uno. Él me presentó al otro; ese otro me invitó a subir a su oficina
de diseño. Allí, me encontré con su colección de música. Tenían una versión
libro-álbum, de unos 210 x 290 mm, del Madrileño, de C Tangana. Luego, me dijo:
“¿Has escuchado a….?” No. Le respondí. Su incredulidad le hizo llevarse las
manos a la cabeza. “Lo tenés que escuchar”. De la vitrina empezó a seleccionar
unos muñecos, figuritas. Me dio una: ese muñeco era el disco. Luego, se
arrepintió, y tomó otro muñeco: “No, mejor escuchá este”. Yo lo recibí. Venía
en una cajita de solo dos lados: la de atrás y la base. En el reverso de la de
atrás, venía la lista de canciones. “¿Sabés cómo funciona?”, me preguntó. Yo
asentí porque en el sueño lo sabía. Luego, desperté sin saber cómo hacerlo
funcionar.
Sin embargo, creo que esto puede representar una forma no sé si nueva,
pero al menos sí interesante de vender la música.
En las circunstancias habitacionales actuales, tener una colección de cd’s o de vinilos, es un lujo, y como todos los lujos, resulta innecesario: sí. Lo ideal sería que a los músicos nos pagaran por nuestro trabajo, pero esos tiempos muy probablemente nunca volverán. Internet privilegió más unos oficios que otros: la música se benefició en algunos aspectos, pero en cuanto a los ingresos, la cosa, que de por sí era complicada, se complicó aún más. No obstante, la gente siempre va a querer tener cuadros, objetos de adorno, muñecos: al contrario de los cd’s, nunca he escuchado a nadie decir que las figuras de acción tienen los días contados. Así las cosas, una figura puede ser un hipervínculo, un medio para llegar a cierta música, la cual, obviamente, estará disponible de manera gratuita en internet. Tal vez, esa figura te permita acceder a contenidos inéditos o privados (como Netflix), pero en general todo será en torno a la condición ornamental del arte.
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