sábado, 10 de octubre de 2020

Dinero



Mi primer empleo formal lo obtuve a los treinta años. Durante mis veinte, todos los trabajos fueron de corta duración, por prestación de servicios. En la escasez, no me formulé preguntas acerca del dinero; cuando apareció la figura del sueldo en mi vida, surgieron nuevas inquietudes. ¿Cómo definir el derroche? ¿El gasto necesario o innecesario? ¿Está bien gastarme cien mil pesos semanales en Stella Artois? Cuando obtuve dinero por medio de los conciertos, invertí, principalmente, en equipos para sonar mejor en vivo; actualmente creo que debo corresponder a la misma lógica: los padres, o el Estado mediante sus programas de becas, me pagan para que forme en materias relativas al arte a un grupo de jóvenes que me confían porciones de su tiempo. Ese dinero que me gano, no es dinero mío, y sentirlo propio, sería una nociva y desconcertante ilusión. Considero que lo más sano y justo, es invertirlo para incrementar mi nivel de conciencia y ser más capacitado en la función por la cual se me paga; los libros, los discos, la constante formación, los buenos hábitos (incluido el de viajar), entre otras, son inversiones mediante las cuales es posible alcanzar estos objetivos.

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