domingo, 24 de agosto de 2014

A mi hijo


Me encuentro a mí misma, de nuevo, esperándote. Desde el balcón de otra edad, desde otra vida. Sé lo que aún no quieres saber. Sé que te estás esforzando por creer que estás pasando bueno. Sé por qué mañana, luego de tanta noche, querrás salir corriendo, pero quejarse trae consecuencias. ¿Vivirás de arrepentimiento en arrepentimiento? Tú decides. Mas no te mientas. Vuelve a leer: no te mientas. Miénteme pero no te mientas porque de ti depende que te guste existir. Yo sólo puedo esperarte y esperar que la botella no te dure toda la vida. 

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