¿Alguien vio esa serie llamada “Sabrina, la bruja adolescente”? ¿Alguien recuerda ese capítulo de la primera
temporada en el que una tía de la joven protagonista, una tía sensual y
hedonista, una MILF o mature de la actualidad, la invita a
pasar un fin de semana en su vivienda (Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=vYxDrRuzmIk)? ¿Alguien recuerda como era ese sitio?
Era un cuartico llamado el Domo del Placer, decorado de modo
extravagante, sin límites conceptuales que le definieran, y en sí, conformaba un
ideal típico de aquello que muchos en ese entonces queríamos, incluso siendo
niños. Cuando la bruja adolescente llega allí, queda abrumada por todo lo que
esta experiencia le ofrece.
Su tía le da la bienvenida diciéndole que la
principal condición para estar en tal sitio era que todas las negaciones y
prohibiciones quedaran afuera, y que no se permitía la presencia de mortales. La
joven se pregunta entonces por las múltiples puertas que allí nota. Una de
estas le lleva al backstage de un animado concierto; la otra, le conduce a “La sala del elogio gratuito”, un lugar donde siempre habrá personas dispuestas a
aplaudir a aquel que haya abierto la puerta.
Considero que el objetivo de esta habitación, ficticia en aquel
momento, me resulta bastante similar a lo que suele buscarse hoy en ciertos
sitios web, los cuales representan para algunas personas un equivalente de esa
sala del elogio gratuito y un espacio en el que, como en la serie televisiva,
siempre habrá gente dispuesta a aplaudir a cambio de una mera presencia, de una
mera exposición.
Cuando la tía se siente sola tras el regreso de Sabrina a su hogar, recurre a abrir la puerta de este sitio para sentirse mejor, mejor consigo misma según el libreto. No sé por
qué, luego de tanto tiempo y experiencias, vine a recordar este episodio. Quizá no deje de parecerme
simpático y conmovedor ese fenómeno, ese real bienestar que a veces se experimenta cuando se nos elogia; considero que la tecnología nos ha permitido que esa sala del
elogio gratuito haya pasado de ser una fantasiosa necesidad a ser una cotidiana
posibilidad.
¡ Recuerdo bien esa última escena !
ResponderEliminarMe gustó (Y)
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