Estará bien que presenciemos cómo la bola de cristal se
derrite y con ella, todas las creencias que encierra en sus lados infinitos de
promesas y sugestiones. En efecto, aspiro y espero que suspires: el presente sólo es
aquello que sueñas y recuerdas, como lo sueñas y lo recuerdas.
Toda realidad es aprendida y pronto sabremos que deberemos acostumbrarnos a
envejecer, sin creer mucho en lo que aseguren los demás, ni tampoco en los dictámenes
de las bolas de cristal, que parecen estar vivas, pero no más que tú. En efecto, concéntrate y suspira.
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