Cuando lo que solía importarme, deja
de importarme, siento confrontarme a una sorpresiva confusión. Pero el desespero está de más pues siempre hay
un cauce nuevo (no necesariamente desconocido) para todo ese interés. Lo definitivo es lograr que los intereses
extintos sepan lucir la mortaja con la que tu voluntad, consciente o
inconsciente, ha decidido vestirlos.
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