Escritor sofisticado cuyas creaciones lograron conmoverme, abrazando enteras varias de mis jornadas, sin generarme algún tipo de agotamiento. Además, no sé por qué sus obras me remitieron con agrado y gratitud a esas madrugadas en las que mi mamá entraba a la habitación y, para despertarme, suave decía: “ya es hora”. Debo reconocer que no me gustaba esta expresión porque representaba dejar el tibio dormir y emprender un compromiso matinal con la inmensa incertidumbre, con los instruidos e intimidantes profesores ibéricos, con la cultura, con la acción y, en general, con toda esa época colegial, hoy necesario puñado de recuerdos.
domingo, 23 de junio de 2013
Gracias a José Augusto Trinidad Martínez Ruiz - Azorín
Escritor sofisticado cuyas creaciones lograron conmoverme, abrazando enteras varias de mis jornadas, sin generarme algún tipo de agotamiento. Además, no sé por qué sus obras me remitieron con agrado y gratitud a esas madrugadas en las que mi mamá entraba a la habitación y, para despertarme, suave decía: “ya es hora”. Debo reconocer que no me gustaba esta expresión porque representaba dejar el tibio dormir y emprender un compromiso matinal con la inmensa incertidumbre, con los instruidos e intimidantes profesores ibéricos, con la cultura, con la acción y, en general, con toda esa época colegial, hoy necesario puñado de recuerdos.
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